Lo que más molesta a la gente es que otros sean diferentes y la reacción
habitual es querer forzar al diferente a hacer lo que le mandan. La
obediencia se inculca desde niños como un valor incuestionable. Los
gobiernos y estados nacen con ese deseo de mandar a los que son libres
hacer lo que hace la masa. La divergencia y la libertad son muy
peligrosas. Por eso la normativa termina invadiendo cualquier parcela,
incluso la de la privacidad o los derechos.
Mireia Long
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