La sumisión. La penitencia. La victimización. La amabilidad en las quejas. La serenidad ante el abuso. La sonrisa ante el genocidio. La empatía mientras te matan.
Creer que las víctimas de misoginia, racismo, desigualdad brutal, asesinatos y guerras son cómplices de su situación, la han atraído o han elegido mal te convierte, posiblemente, en un malvado o un estúpido.
Todo eso NO ES EMPODERAMIENTO.
Ni es terapia sanadora.
No es, ni siquiera, respeto y paz.
La tibieza y el equilibrio son también perversidad.
Necesitamos alzar la voz contra los abusos. Mantener a sus esclavos callados y educados es el objetivo de todo tirano.
Mireia Long.
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