Hace 19 años me convertí en madre.
Eso si fue un viaje iniciático.
Al corazón del Universo, a la muerte, a la vida, al poder interno, al dolor. Me rompieron y me reconstruí. .Salí de la cueva de la diosa con los pechos llenos de la leche nutricia que me habían querido robar y ya era otra. Me sentí leona, me sentí una hembra salvaje, me sentí una chamana andando en los bosques primigenios. Me conecté con la Diosa ancestral y con todas las mujeres que lucharon por ellas mismas y por sus hijos.
No volvió a ser nada igual.
Nunca más acepté un dios, un rey, un hombre o una autoridad de ningún tipo que tomara decisión alguna por mi. Ya no negociaba si yo quería algo. Ya no me rendía.
Tenía una responsabilidad y la he cumplido.
Y con ello he arrastrado, espero, a cientos de mujeres a ser más libres y a darles a sus hijos una infancia más feliz.
Mireia Long
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